Can Safates.

En 1946 me enrolé en los Grupos de Defensa de Barcelona.

Teníamos la esperanza de que el bando aliado nos liberaría del fascismo como había sucedido en Italia y Alemania.

Mientras tanto nosotros nos encargábamos de organizar la resistencia.

Mi misión siempre fue esconder los botines de los atracos que no eran dinero en efectivo.

Tras el atraco a la Hispano-Olivetti en el que conseguimos 300.000 pesetas vinieron otros atracos a joyerías de la zona alta, el oro y las joyas eran susceptibles de ser rastreadas así que gracias a mi habilidad como albañil las fui guardando bajo un plato de ducha en la masía de los abuelos de un compañero.

A nadie se le iba a ocurrir buscar algo tan valioso en una casa rural tan humilde...
























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