La casa de la costurera. Au fil de la vie.

Cuando coso alguna cosita en casa, me vienen recuerdos de los tiempos en los que trabajaba, no sé de dónde sacaba tanto aguante. 

 Tener dolor de espalda no era nada excepcional dentro del oficio, era habitual que una costurera sufriera con mayor frecuencia dolores cervicales. Las jornadas interminables hacían que tuviera dolores de nuca y de espalda, por no hablar de las dolencias generalizadas fruto del estrés.

Sin embargo ahora en casa, coser me relaja, es poner el hilo en el portacarretes, enhebrarlo, empezar a coser y ya sentirme mejor.

Cada uno tiene sus manías, y yo para tener la mente ocupada necesito usar mis costureros, sentarme frente a mi "Wertheim" y poner los pies sobre el pedal...










































Supersond Barcelona.

Ya hace mucho tiempo que el viejo cine reunió a todo el pueblo en su interior para ver esa última película.
 Es algo que recuerdan con cariño los vecinos.

 Pese al mal estado del edificio no quieren ni oír hablar de su derribo, es sabido que prefieren conservarlo cerrado para simplemente preservar el espacio donde varias generaciones disfrutaron de una buena película y unas palomitas.

Algunas veces, se permite la entrada a quien lo solicite, normalmente son abuelos que quieren mostrar a los más pequeños como era el ocio en el pueblo antes de la llegada de las nuevas tecnologías, antes de que hubieran reproductores de vídeo y televisores en cada casa.

















































Romero el madero.

Máximo Leal, hombre bajito y muy nervioso, fue Policia Municipal y en los años previos a su jubilación, Guarda Jurado, o al menos, eso decía el cartel de la puerta de su casa.

Cuarto piso sin ascensor, cada vez le costaba más subir los 90 escalones. Siempre con un cigarro en la boca.

En todo caso, su nombre y apellido definía perfectamente a su oficio, era el responsable del polvorín de Explosivos Riotinto.

Al trabajar de vigilante de materiales explosivos estaba autorizado a llevar siempre arma de fuego. 

Eran los años de plomo de E.T.A y era comprensible su consumo compulsivo de tabaco, cuando iba a trabajar a Asturias podía fumarse casi un paquete durante el trayecto del tren.

Siempre con un Ducados en sus dedos...