5 de la mañana en la fábrica de vidrio, apenas quedan unas semanas para el cierre definitivo de la empresa.
Mis compañeros del turno de la mañana ya están en los vestuarios, el trabajo aquí es duro y los tiempos muy justos.
Nos gusta llegar un poco antes de la hora de entrada para tomarnos un reconstituyente matinal universal, el "copón" de coñac o la socorrida "barretxa", un mejunje dónde se mezcla a partes iguales anís dulce con vino rancio o anís seco con moscatel.
Botas de puntera de acero, ropa de trabajo gruesa y unos enormes guantes de cuero.
Llevo mas de 40 años maldiciendo este trabajo, pero pese a los callos de mis manos y de mis pies y a pesar de mi dolorida espalda, sé que lo voy a echar de menos.
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