Por aquel entonces al frente de la Delegación Nacional de Deportes se encontraba La Falange y altos cargos del Ejército por lo que por animado que fuera el partido bastaba con que un Policía se girara mirando a la grada para que todo quedara en un absoluto silencio.
Tampoco se podía ir a ver el partido vestido de cualquier guisa, personalmente me gustaba ir con mis mejores galas.
Traje, sombrero, una elegante bufanda, paraguas por si llueve y mi bigote impecablemente peinado era el ritual de cada día de partido antes de subirme a mi flamante Seat 600.
Brutales imágenes! Enhorabuena
ResponderEliminarMuchas gracias Fernando. :)
Eliminar