¿Un Soberano en ese bar de la carretera?
¡Por supuesto! Vamos a ver si nos pueden servir algo de comer. Que después de un viaje tan largo con el camión nos lo merecemos.
Así es como descubrimos el mejor lugar donde llenar el buche y al que fuimos fieles todos los años que estuvo abierto.
Recuerdo el sonido del balanceo de la vieja mecedora entremezclado con el murmullo del bar y como la luz de las velas hacían brillar de manera sobrenatural la figura de la Virgen que tenían sobre una mesa que usaban a modo de altar en una habitación colindante. Nunca estuvo claro donde acababa el bar y empezaba la casa.
Era un lugar que conservaba la esencia de lo que era un bar típico de los de antes. Olor a leña, camiones en el aparcamiento y platos tradicionales en cazuelas de barro.
La especialidad de la casa era el "Ternasco a la Segoviana" y no había camionero que se precie que no lo conociera.
Lo regentaba un matrimonio muy devoto que había llegado a estas tierras hacía ya una eternidad emigrando de su Segovia natal.
Salvo domingos y festividades religiosas abrían todos los días y tenían la costumbre de regalar a todos los clientes habituales calendarios de San Cristobal, calendarios que incluso los no creyentes llevábamos en la guantera del vehículo.
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