Todo el pueblo recuerda cuando iba de niño al Bonavista con sus padres, estaba en la misma montaña con lo que la diversión estaba asegurada, con ese olor característico a brasas y madera de pino.
La mezcla del sonido de la televisión a todo trapo junto con el murmullo de la gente y por supuesto ese pestazo a chamuscado que impregnaba toda la ropa.
Las familias con niños solían quedarse fuera en las barbacoas, al fin y al cabo, ¿qué niño va a preferir estar sentado dentro del restaurante pudiendo estar afuera haciendo el mal?.
El Bar Bonavista era el típico restaurante familiar de carnes a la brasa, porrón de vino, pan con tomate y all-i-oli.
Era de esos lugares en que las familias venían al mediodía y se marchaban cuando se ponía el sol.
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