La casa de la costurera. Au fil de la vie.

Cuando coso alguna cosita en casa, me vienen recuerdos de los tiempos en los que trabajaba, no sé de dónde sacaba tanto aguante. 

 Tener dolor de espalda no era nada excepcional dentro del oficio, era habitual que una costurera sufriera con mayor frecuencia dolores cervicales. Las jornadas interminables hacían que tuviera dolores de nuca y de espalda, por no hablar de las dolencias generalizadas fruto del estrés.

Sin embargo ahora en casa, coser me relaja, es poner el hilo en el portacarretes, enhebrarlo, empezar a coser y ya sentirme mejor.

Cada uno tiene sus manías, y yo para tener la mente ocupada necesito usar mis costureros, sentarme frente a mi "Wertheim" y poner los pies sobre el pedal...










































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