Entre todos los productos milagro que se vendían en las farmacias en la década de los 60 había uno que realmente servía para todo:
El bálsamo chino, ese ungüento de olor muy penetrante que según rezaba su etiqueta servia para paliar todo tipo de dolencias.
Efectivo contra la artrosis, bronquitis, cefaleas, calambres, esguinces, congestión pulmonar, tos, golpes, lumbalgias, neuralgias, quemaduras, picaduras de insectos, reumatismo, resfriado y sabañones.
Por suerte hoy en día la industria farmacéutica no nos engaña como a chinos.
¿ O tal vez si ?