Las escaleras




22 de febrero de 1987, son las nueve de la mañana y ya es hora de desayunar. Bajo los peldaños de la escalera agarrándome firmemente a la barandilla, voy lenta pero segura, mis rodillas ya no son lo que eran.

Vivo en este hostal desde que me jubilé hace más de diez años.

Mi difunto marido procuró que tuviéramos unos ahorros para no pasar penurias cuando fuéramos mayores. Me gusta vivir aquí con el trasiego constante de huéspedes. Bajo ningún concepto pienso acabar en una residencia rodeada de ancianos. Seré vieja,pero soy una persona vitalista y alegre y sé que en una residencia me iría apagando como una vela.

  Necesito hacer cosas nuevas, conocer gente y sobre todo tengo una necesidad imperiosa de aprender.

Por eso me vine a vivir al hostal, si puedo evitarlo no quiero perder mi tiempo limpiando una casa deprimente rodeada de recuerdos.

Prefiero leer en La Vanguardia cómo va la Guerra de Iran-Irak mientras tomo mi café con leche y una tostada, con la despreocupación propia de quien sabe que, cuando vuelva de su paseo matinal, tendrá la habitación impecable y la comida hecha.

Cuidarse es una de las virtudes que cultivas con la edad. por eso me obligo a caminar cada mañana un par de horas. soy consciente de que mientras pueda subir las escaleras que llevan a mi habitación seré totalmente libre.








                                                         











Los cromos.

Sólo quien ha conseguido completar un álbum de cromos conoce su verdadero valor.
"Cantantes de hoy y Famosos del cine", fue mi favorito. Me costó casi un año de intercambios por correo con otros coleccionistas, el conseguir los últimos dos que me faltaban me costaron una fortuna, concretamente fueron los casi cien que tenía repetidos y unos cuantos de futbol de los que regalaban con el diario. Entre los niños de los años 70 las negociaciónes en el intercambio de cromos solían ser reñidas.
¡Ya estaba completo!
No se si mi padre estaba mas contento por eso o porque no tendría que ir mas con la moto a buscar alguna carta para mi.
Siempre me mostraba su mejor sonrisa cuando le pedía que fuese a la oficina de Correos a recoger otra de aquellas cartas. En realidad, lo que a él más le apetecía cuando llegaba a casa era quitarse la chaqueta, sentarse en el sofá, encender la tele, y saborear su whisky Doble V con Coca-cola.
Y es que no sólo el valor de un álbum de cromos es incalculable.



















 



Cien duros de polvo blanco.

Aun hoy día algunos se preguntan como aprendí a hacer las mejores falsificaciones de los billetes de 500 pesetas
Pues fue por pura casualidad. 
Un día teniendo que planchar una camisa de seda y siendo yo muy poco ducho para estas tareas domésticas, se me ocurrió la gran idea de hacerlo sobre el periódico de esa mañana para no dañar el escritorio del despacho que bastante maltrecho estaba ya. El olor a chamuscado que desprendió con la primera pasada me alertó de que algo no iba bien. Efectivamente el texto del periódico había quedado impreso en la misma.

En ese preciso momento me vino la idea a la cabeza. ¿ Funcionaría con los nuevos billetes de 500 pesetas?

Lo que empezó como un disgusto terminó solucionándome la vida.

Mi aprendizaje era a base de ensayo y error. Descubrí que era el almidón el que retenía la tinta en la tela, quedando así el negativo del billete listo para plancharlo sobre el papel y rápidamente pasarle el papel secante y meterlo en la prensa.

Luego sólo era necesario un pequeño retoque con plumilla y pincel para dejarlos impecables. La tinta azul/negra de Waterman´s Hassinger era la más adecuada. Cuando acabábamos con las manos manchadas nos gustaba irnos al río a darnos un baño, era la única manera de quitarse el color negro de la piel.

El Banco de España tardó mucho en detectar la circulación de mis billetes, todos tenían numeraciones diferentes ya que sólo se podía hacer este proceso una vez y con un billete poco usado. 

Cuando dieron conmigo no pudieron probar nada, registraron nuestra empresa y nuestra casa a fondo y nos interrogaron durante dos días. Buscaban planchas, moldes, tintas y maquinaria que nunca existieron.
Qué ilusos...  A veces las cosas son mas sencillas de lo que parecen.

(Inspirado en la historia de Mary Peck Butterwoth. Massachusetts, 1686)






















La casa asfixiante.

Mariposas, papallones o palomitas para aceite, habían un montón de marcas pero las mejores eran las fabricadas en el barrio por la fábrica Esteban Torrens, las baratas ardían con facilidad antes de consumirse. Se ponían sobre un recipiente con aceite y a modo de vela lo iba consumiendo, duraban mucho, una sola mariposa podía tirarse toda la noche encendida.

 A mi hermana le encantaba pasar las noches junto a la tenue luz de la lámpara de aceite, cuando dejaba de sonar el pitido de la carta de ajuste era la señal, poco después nuestros padres ya se dormían y bajábamos sin hacer ruido al comedor a aprovechar el calor del brasero, solíamos quedarnos hasta bien entrada la madrugada, era nuestro momento.
 Recuerdo una ocasión en que no dormimos en toda la noche, fue la vez que vimos el primer programa de televisión en casa, "Pasaporte a Dublin", fue un acontecimiento realmente excepcional, lo presentaban unos jovencísimos Julio Iglesias y Massiel con unos concursantes  excelentes. Karina, Nino Bravo, Rocio Jurado... son los que me vienen a la memoria ahora. Estuvimos cantando flojito durante toda la noche...

Una tormenta de recuerdos me han invadido al abrir el vetusto armario y ver su viejo camisón...

¿Que año sería? ¿1970?...