Ca la Marisa.

Cuentan quienes conocieron Ca la Marisa que aquí era donde se elaboraban los mejores postres  del pueblo.

Natillas, huesitos de santo, churros, torrijas con canela y la especialidad de la casa, la horchata fresca. En verano era habitual ver a los clientes llevársela en sus propias botellas para ahorrarse el envase. 

Es sabido que era imposible no tener hambre cuando entrabas por la puerta, con ese olor a flan con nata y café que dominaba el ambiente.






















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