El viento soplaba tan fuerte que no pudieron evitar que el navío se estrellara contra las rocas.
En medio de una espesa niebla los cinco tripulantes y Gulliver consiguieron subirse a un bote, pero la tormenta era tan fuerte que fueron de nuevo levantados por las olas.
Gulliver llega nadando a la orilla de una isla misteriosa, mira a su alrededor y no ve a nadie, se recuesta en la hierba hasta quedarse dormido.
Después, cuando se despierta intenta levantarse, pero no puede mover sus brazos ni sus piernas, cuando se da cuenta, ve que está totalmente atado...
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