La casa del amo.


Pese a que ya queda lejos el ruído de la vieja fábrica, aún se puede acceder a una parte de lo que fue la casa del amo.

Solía ser habitual que para mantener un férreo control sobre la empresa y los trabajadores el dueño tuviera una vivienda dentro del recinto, aunque no era la residencia habitual era la manera de no tener que compartir espacio con los trabajadores, contaminado de ruido y partículas en suspensión.

Desde su balcón podía ver toda la fábrica en cualquier momento.

 De vez en cuando, el mismo hacía uso del coche de la empresa para hacer alguna entrega o realizar alguna compra, en un intento de aparentar trabajar para ganarse el sustento.

Cosa que jamás hizo.





















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