La vegetación avanza en Vila Verde, la estanqueidad de los techos ya no existe y el frágil suelo de madera cruje al pisarlo, queda muy poca pintura en las paredes y el lugar pese a su mal estado se muestra impresionante en el centro de la ciudad. Un esqueleto que nos recuerda que fue una de las casas más imponentes de la zona.
Unos azulejos decorados con frases resisten dándonos la bienvenida junto a otros con refranes típicos de Portugal.
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