80 años, eso es lo que duró nuestra querida empresa.
Fue de las últimas fábricas textiles en abrir sus puertas y de las primeras en cerrar, allá por 1980.
El silencio y la humedad son los nuevos inquilinos del recinto.
A veces, cuando estoy planchando alguna prenda en casa, el olor de la ropa limpia me recuerda a cuando vivíamos y trabajábamos allí.
Fueron tres generaciones de familias las que prosperaron en este lugar, que pese a la decadencia y al olvido aun nos muestra un poco de su historia.
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