La pelu.

Si en algún lugar del pueblo se sabían todos los chismorreos habidos y por haber, ese sitio era la vieja peluquería.

Rulos, revistas y ese olor característico a tinte y laca que envolvía el ambiente, es de esos recuerdos que te vienen a veces a la memoria al volver a olerlos.

A veces atendían simultáneamente a tantas señoras como asientos tenían.

Los peinados y tratamientos de las aprendices siempre eran un coste mas bajo que los que realizaban las peluqueras oficiales, en caso de catástrofe causada por las manos inexpertas siempre se encontraba alguna solución estética.

Y sin más, aquí os mostramos lo que queda de La Pelu.

























































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